David Galán Galindo, director de «Orígenes secretos», relata 4 anécdotas del rodaje de la película
Por David Galán Galindo
Me han pedido que cuente una anécdota sobre el rodaje de ‘Orígenes secretos’. En vez de contar una y explayarme (que yo cuando empiezo, no tengo fin) voy a contar cuatro, aunque sea someramente. Creo que es más divertido.
Planeta K no existe (ni con otro nombre)
Tuvimos que hacerla desde cero. La construimos en Usera, un barrio sin tiendas de cómics, y los niños (y algunos adultos) entraban a decirnos que “menos mal”, que “ya era hora de que abrieran una por allí”. Querían comprarlo todo… se llevaban una gran desilusión cuando les decíamos que era todo para una peli. Es más, no nos creían. Me hubiera encantado que alguien continuara el negocio comiquero al irnos…
Un grafiti para votar en asamblea
El grafiti que se ve varias veces durante la película lo pintó Safe, un grafitero que tenía la misión de dibujar algo superheroico que sirviera de vaticinio al destino de David Valentín. Tuvimos que pedir permiso a los vecinos del bloque para pintarlo y la cosa era que después del rodaje ellos debían votar si se limpiaba o si “se quedaban” el grafiti para decorar su calle. Hace poco supe que el grafiti sigue allí intacto (¡victoria!).
Una camiseta por cada día de rodaje
Me propuse no repetir camiseta durante las siete semanas que duró el rodaje. Yo tengo un armario lleno de camisetas de superhéroes y he de decir que lo logré. Incluso escogía la camiseta dependiendo de qué fuéramos a rodar. El día que rodamos a Brays diciendo “¡Yo tengo el poder!” yo llevaba una camiseta de He-Man y el día que rodamos a Cierto Personaje Encapuchado saliendo de la tienda de cómics, con la capa ondeando, yo llevaba mi camiseta de Batman. Eso sí, para lograr completar el reto de las camisetas, en un momento dado tuve que ir a comprar más.
¡Sóplame, por favor!
Durante mi cameo tenía mucho calor. Mucho. Era agosto, un local cerrado… y yo llevaba una camisa, un chaleco, una chaqueta y un sombrero. Tenía tanto calor que justo antes de rodar le dije a Javier Rey “¡Sóplame! ¡Sóplame, por favor!”. Él se quedó flipando. No sabía si era una proposición indecente, si era que me “soplara” el texto… yo sólo quería que, literalmente, me soplara en la cara para refrescarme un poco.
Fue un rodaje fantástico en el que Resines y Areces conducen coches sin saber conducir y en el que había un gran ambiente, sabíamos todos que estábamos haciendo algo muy distinto y lo disfrutamos.